Las áreas del edificio de la Biblioteca Nacional de Cuba
José Martí, de sus jardines y de otras instalaciones auxiliares ocupan 22 300
metros cuadrados de superficie. Los autores del proyecto fueron los arquitectos
Evelio Govantes y Fuertes (La Habana 1886 - La Florida 1981) y Félix Cabarrocas
Ayala (Santa Clara 1887 - La Habana 1961).
Las obras se ejecutaron bajo la
dirección del primero de ellos, quien pertenecía a la firma proyectista. Su
costo fue 2 800 000 pesos equivalentes hoy a algo más de 200 millones de
dólares, incluidos la construcción del edificio, su equipamiento, mobiliario,
gastos de administración y honorarios, entre otros.
La entrada principal del edificio, que da acceso a la planta
baja, se encuentra en la Avenida de la Independencia, también conocida como
Calzada de Rancho Boyeros, por lo que su frente mira hacia la Plaza de la
Revolución. Consiste en un gran pórtico de granito rojo y piedra travertina. La
gran puerta es de aluminio anodizado y cristales de colores construida por la
afamada Galería Labouret de París. Sobre esta puerta aparece inscrito, en
plata, el nombre José Martí. En la parte superior del pórtico se encuentra un
extraordinario vitral, con una combinación de colores que amortigua los rayos
solares, y forma la cabeza de Minerva rodeada de los signos zodiacales. Su
elaboración también es obra de la célebre galería parisina. En los mármoles
rojos aparece grabada una selección de nombres de figuras relevantes de la
historia y de la cultura americanas, mientras que en sus columnas aparecen los
de destacadas personalidades de la historia y de la cultura cubanas.
El
edificio posee en su exterior 60 placas de mármol rojo con los nombres de
científicos, filósofos y escritores universales.
Al traspasar el umbral, el visitante se encuentra en el
vestíbulo que comprende las dos plantas principales del edificio. La cúpula de
este espacio está formada por un lucernario de 12 metros de diámetro, también
ejecutado por la Galería Labouret. La obra tiene en su centro un reloj de arena
del cual parte una espiral que simboliza la infinitud del tiempo, del espacio y
del conocimiento y, a su alrededor, se esparcen, en caprichosas formas,
diversas expresiones de las ciencias, las artes y las letras. En este
lucernario se empleó una técnica nueva para trabajar el vitral, formado por vidrios
de colores, de gran espesor, que fueron irregularmente cortados y unidos con
cemento armado especial. Se logró un gran efecto de luz, pues los colores
usados, a base de grises, azules y amarillos, son muy tenues, brillantes y semi-brillantes,
sobre fondo blanco, para alcanzar ciertos tonos moderados, propios de una
biblioteca. El lucernario fue catalogado, por entonces, como único en América
por la novedad de la técnica empleada en su confección.
Al lado derecho del vestíbulo se encuentra el salón de actos
con capacidad para 270 personas; al lado izquierdo, la galería El Reino de este
Mundo, para las exposiciones de artistas plásticos cubanos o de cualquier otro
país. Después de cruzar el vestíbulo, un amplio pasillo conduce a las salas de
lectura de la primera planta. En el lado izquierdo se halla la escalera de
mármol y, en ella, colocada entre la primera y segunda plantas, se encuentra
una columna griega en mármol rojo, rematada en su parte superior por una
lámpara que ofrece una luz indirecta sobre las paredes y se proyecta sobre la
cúpula de la escalera, la cual durante más de treinta años estuvo inutilizada.
En la pared, un mural que, originalmente, presentaba imágenes de la luna, con
los años, se deterioró y el espacio quedó vacío.
Como parte del proceso de
restauración de la institución, se recuperó la iluminación y se ha creado un
nuevo mural, diseñado, este último, por el artista Ernesto Rancaño: la obra
presenta un cielo azul con 365 colibríes que van formando la imagen de José
Martí.
La monumental edificación aprovecha el desnivel del terreno
y ello permitió darle al sótano del edificio, por su fachada posterior, una
entrada para que el público acudiera a ciertas dependencias, en especial, a la
actual Sala Circulante.
Las salas de lectura se concibieron de modo tal que quedaran
“orientadas para recibir luz y ventilación naturales”. Los amplios ventanales
son de aluminio anodizado y con cristales Solex de un cuarto de pulgada de
grueso. Las nuevas salas creaban un ambiente natural que superaba a las viejas
bibliotecas encerradas, de escasa iluminación e impropias para el clima de
nuestro trópico. Cuando se inauguró la edificación, sus salas tenían capacidad
para 164 lectores.
Caracteriza a la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí una
torre de 18 metros de fondo, 50 de largo y 56 de elevación, que consta de 17
pisos con un área total de 15 300 metros cuadrados. En ella se conservan los
valiosos fondos consistentes en colecciones de libros, periódicos, revistas,
folletos, fotos, mapas, discos, así como otras piezas valiosas. La estructura
del edificio, concebida para la carga propia de una biblioteca, es de acero y
hormigón armado, con un módulo de nueve por ocho pies y siete pies de puntal
libre. La estantería es de acero, cada estante mide tres pies de largo. En cada
módulo caben tres estantes que se dividen, a su vez, en siete entrepaños cuando
se destinan a libros y 14 cuando se trata de periódicos. Para los libros se
contaba, inicialmente, con 52 000 metros lineales de entrepaños, que permiten
guardar 1 248 000 volúmenes. Para los periódicos hay 42 654 metros lineales de
entrepaños, con capacidad para 85 316 volúmenes de colecciones de periódicos.
Una redistribución posterior ha permitido aumentar las capacidades de la torre.
Si se pusiera en forma lineal la estantería, esta tendría un aproximado de unos
kilómetros. La comunicación entre los distintos pisos de la torre y del resto
del edificio se establece mediante tres elevadores, cuatro escaleras y cuatro monta-libros.
Las fachadas del edificio están recubiertas de piedra Jaimanitas. Los muros
interiores son de ladrillos, revestidos de mármoles cubanos que se utilizaron,
también, en los pisos y escaleras. Se trata de un mármol proveniente de la
antigua provincia de Oriente, seleccionado tanto por su dureza como por sus
bellísimas tonalidades y caprichosos dibujos.
Tomado de: REVISTA DE LA
BIBLIOTECA NACIONAL DE CUBA JOSÉ MARTÍ, año 103, No. 2, 2012
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