Domingo Figarola Caneda (1852-1926). Humanista,
enciclopedista, bibliógrafo y periodista. Ingresa en la Facultad de Medicina en
1870. Dos años antes se había iniciado la Guerra de los Diez Años, y un año
después sufre prisión, en el proceso seguido contra los estudiantes de medicina.
Pronto abandona la carrera y se dedica por entero a las letras. Se inicia en el
periodismo, con trabajos publicados en los diarios El Ómnibus y el Eco
del Progreso. Funda y dirige El Mercurio (1876-1877) y colabora en Recreo de
las Damas (1876), El Mundo Literario (1877) y Boletín Comercial (1877) donde
aparece su primer trabajo bibliográfico. Por estos años ayuda al erudito
Francisco Calcagno en su Diccionario Biográfico Cubano (1878) e ingresa
en el Partido Autonomista. En 1883 funda y dirige La Ilustración Cubana, en
Barcelona, en la cual publica trabajos de autores cubanos. En 1890 viaja a
Nueva York, donde difunde crónicas en El Avisador Americano y en Patria. Conoce
a José Martí, quien le encomienda una misión en La Habana. Regresa a Cuba y abandona
el autonomismo. En 1893 vuelve a París, ciudad que había visitado en 1888, allí
publica La República Cubana (1896-1897) en francés y en español. En esta
revista defiende la independencia de Cuba, después de haber sufrido con orgullo
la caída de su único hijo en la manigua cubana en 1896.
Su obra periodística se hace cada vez más intensa en publicaciones periódicas cubanas: La Razón, Revista de Cuba, Revista Cubana, El Triunfo, El Trunco, El País, Gil Blas, El Liberal, La Tarde, La Lucha, El Porvenir, Cuba y América, El Mundo, Diario de la Marina, Revista Bimestre Cubana, Social, Cuba Contemporánea y El Fígaro; y en publicaciones extranjeras como: Le Patriota Ilustré, de Bruselas, y en revistas francesas tales como Le Quotidien Ilustré, L´Intermédiarie des Chercheurs et Curiex y en Le Monde Ilustré, de París. Representa a Cuba en el Congreso Internacional de Bibliografía y en el de Bibliotecarios, celebrados en París en 1900. En Londres amplía sus estudios sobre biblioteconomía. En 1901 ocupa la dirección de la recién creada Biblioteca Nacional convirtiéndose en el primer director de esta institución la cual le debió sus primeros fondos, porque la Biblioteca Nacional abre sus puertas, en el Castillo de la Fuerza, con el acervo bibliográfico de su biblioteca personal, unos 3151 volúmenes. Durante muchos años su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional, resultó el documento fundacional de esta prestigiosa casa del saber. Su nombramiento comenzó a regir a partir del 18 de octubre de 1901)
Provisionalmente su oficina se establece en el antiguo cuartel de la Fuerza donde Gonzalo de Quesada lo presenta para su toma de posesión ante Vidal Morales y Morales, a la sazón director del Archivo General allí ubicado. En esta ocasión la Biblioteca sería alojada en un salón de 30 x 7.5 metros de la citada fortaleza. Allí Figarola Caneda gastaría con sus propios libros el acervo bibliográfico de la nación cubana, el cual haría crecer al destinar parte de su pequeño sueldo a la compra de libros y revistas.
Unos años después funda la Revista de la Biblioteca Nacional (1909-1913) gracias a la imprenta donada por Pilar Arazoza de Muller, la cual mantuvo hasta 1913, año en que se despojó a la institución de la imprenta.
La voluntad férrea y la tenacidad de este ilustre anciano, no fueron suficientes para enfrentar múltiples conjeturas políticas que lo privaron de su cargo, lo cual ocurrió en 1920. Golpe mortal que no pudo superar, hasta que el 14 de marzo de 1926 se apagaran “sus ojos cansinos pero agudos aún tras los quevedos que nos revelan las fotos”. Muere en su casa de Cuba 24, sede de animadas tertulias promotoras y enriquecedoras de lo mejor de la cultura cubana de su época y en el transcurso de todos estos años Don Domingo Figuerola Caneda miembro fundador y director de publicaciones de la Academia de la Historia de Cuba, también miembro de la Library Association of the United Kingdom, de Londres, y miembro honorario de la Association des Bibliotecarios Français, de París. Responsable de la edición de manuscritos de la Biblioteca Nacional (1909), de las Memorias inéditas de la Avellaneda (1914) y de los tres primeros tomos del Centón Epistolario de Domingo del Monte y Aponte (1923-1926).
Se destacó por sus compilaciones bibliográficas, así como por la divulgación de figuras cubanas. Dejó inéditos su Diccionario Biográfico Cubano en el que rectifica los errores del de Calcagno la Bibliografía de la Universidad de La Habana, la Bibliografía de Antonio Bachiller y Morales, su trabajo El Gran poeta José María Heredia, y la antología de poetas cubanos que por encargo de la Academia Española realizara en colaboración con Ricardo del Monte, Rafael Montoro, José de Armas y Céspedes, Serafín Pichardo, y otros. Además, tradujo al francés La dama vestida de gris (1885) de Jorge Ohnet. Utilizó seudónimos a la usanza de la época, entre éstos: Argos Mercurio, Evangelina, Daniel Isaac, Fausto, El Observador, Un americanista, Margarita Blander, U. Noquelorio (Seudónimo utilizado años después por Emilio Roig de Leuchsenring), El Viajero, Quasimado, El Behique de Yariguá, Raúl Rid, El Diablo rojo, Cacarajícara, Hatuey, K. Lomite, Duval, Un chercheur cubain, Un historien, Un bibliographe, y X. Z. A veces firmaba con su nombre solo o con sus iniciales.
Publicó cerca de 20 obras en forma de libros, entre ellos su Diccionario cubano de seudónimos, una de sus obras más utilizadas, y aún vigente, desde que se publicara en 1922.
Dra. Araceli García Carranza
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